¿Cómo se gobierna una empresa?
- agosto 13, 2022
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- Carlos Gómez Minakata
- Dirección, Articulos
Carlos Gómez Minakata, PhD
Profesor de Política de Empresa
Barna Management School
Si la pregunta versa sobre una empresa concreta, habría recurrir a su historia, propósito, momento de vida y circunstancias concretas para plantearnos cómo gobernarla. Si queremos una respuesta genérica yo diría que se gobierna poniendo las condiciones adecuadas para que las personas actúen eficazmente conforme a la orientación y propósito deseados, dando una vida saludable a la empresa.
Tratándose la empresa de un grupo de personas libres, dispuestas a trabajar de forma conjunta por un proyecto de empresa, el buen gobierno ha de enfocarse en las causas y condiciones necesarias para que cada persona colabore eficazmente a este proyecto, haciéndolo “suyo”. Solamente así estará dispuesto a sumar libremente su voluntad al marco de actuación y encargos necesarios para realizar su aportación al proyecto, en armonía y colaboración con el trabajo de los demás. La vida de la empresa depende de personas que quieran hacer su vida en la empresa. Gobernar, en definitiva, es asunto de personas.
Estructura Directiva y Estructura de Gobierno
Las empresas son lo que las personas hacen o dejan de hacer. Quien tiene el encargo de dirigir —incidir sobre la forma del trabajo de otros— adquiere una responsabilidad mayor: para bien o para mal, el trabajo de dirección incide de forma más decisiva.
En el desarrollo de una empresa en su etapa fundacional, el empresario aporta los elementos de unidad necesarios para mantenerla y proyectarla en el tiempo. La concentración en una o pocas personas de la iniciativa, el poder y el dinero, ordinariamente resulta muy eficaz durante el primer impulso de la vida de la empresa. Pero esta eficacia está llamada a permanecer más allá de la vida de las personas. Asegurar la vitalidad de la empresa dependerá entonces de cómo los empresarios dispongan las cosas para desarrollar una estructura que mantenga esta unidad, con la participación de más personas.
En el tiempo, la titularidad del capital tenderá a diversificarse, incorporando nuevos accionistas, ya sea por alianzas, operaciones de compra-venta, transmisión de acciones por herencia, etc. La eficacia del control accionario en una o pocas personas ha de trasladarse ahora a construir unidad en una base de accionistas más amplia y diversa. La unidad en sentido y propósito del empresario pasará necesariamente a manos de un grupo de personas —La Asamblea de Accionistas— que tendrán el reto de mantenerla y actualizarla en común. La empresa siempre necesitará no solo personas con “titularidad de las acciones”, sino auténticos dueños que sepan velar por su vida y su futuro.
La razón de ser de un órgano de gobierno intermedio entre la propiedad y la dirección, que ordinariamente denominamos Consejo de Administración, adquiere un rol importante para realizar el propósito de los dueños, trabajando de cerca con la dirección de la empresa. Por un lado, es bueno que el director de la empresa no esté solo, y por otro, los dueños requieren apoyo para la realización de un gobierno eficaz en la empresa, por personas que trabajen de cerca con la dirección.
El reto de institucionalizar para un empresario pasa por distinguir y separar realidades que se dan en su misma persona: ser dueño, gobernar y dirigir. La experiencia práctica nos da evidencia de que este proceso no es sencillo, pero también nos dice que la falta de previsión puede poner en riesgo la vitalidad y probablemente la continuidad de la empresa.
El trabajo de “hacer empresa” hoy.
Tarde o temprano, el empresario toma conciencia de que lo que tiene entre manos es algo mucho más grande que un negocio: es una realidad de la que dependen familias, clientes, proveedores, etc.; una organización que presta un servicio concreto a la sociedad. Una realidad que participa de ese entramado complejo de servicios mutuos que llamamos sociedad.
Lo que más define una institución es la permanencia. El empresario, al tomar conciencia del papel de su empresa en la sociedad, y el bien que genera, buscará los medios para dotarla de esa capacidad de auto-continuidad que mantenga su vitalidad y dinamismo en el tiempo.
Poner las condiciones adecuadas para que las personas actúen eficazmente conforme a una orientación y propósito adecuados, dando una vida saludable a la empresa en el futuro, requiere un espacio en la agenda y trabajo específico en el presente. El negocio, la estructura y la convivencia profesional en las personas se realiza cada día, con una referencia en el futuro. Lo mismo sucede con la configuración de la empresa como institución.
De forma análoga a lo que nos sucede como personas, la empresa enfrenta también el reto de “vivir” y no solamente “permanecer”. Acometer un proyecto de institucionalización en la empresa debe ser respuesta de un querer vivir profundo, y no solo una reacción a requerimientos del exterior como lo puede ser una regulación, una moda, o el destino mismo.
Un trabajo que requiere previsión
Dice una máxima de la sabiduría popular que en el trabajo de gobierno es muy importante “llegar antes”. La institucionalización suele costar porque muchas veces implica imaginar la empresa y trabajar para cuando ya no estemos, y ordinariamente el día a día que consume nuestra agenda no incluye esta reflexión. La institución se construye —o destruye— cada día. Por eso se requiere de un proyecto claro de futuro que pasa por la formalización y profesionalización del trabajo de propiedad en la Asamblea de Accionistas, y de gobierno en el Consejo de Administración, precisamente cuando se puede pensar que todavía no se necesita.
Termino con una analogía a nuestra vida personal: La salud física, mental y espiritual que nos permite vivir plenamente ¿La atendemos en el día a día? ¿Valoramos el ejercicio, la nutrición y el descanso en cada jornada? ¿Dedicamos tiempo a lo importante? Desafortunadamente el frenesí de la vida contemporánea puede hacernos olvidar la importancia de una vida saludable, plena y de servicio a los que nos rodean. Cuidamos la salud porque queremos vivir plenamente; no vivimos para cuidar la salud.
De alguna forma, la institucionalidad es a la empresa, lo que la salud las personas.
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