Por Fernando Barrero, Vicerrector Académico y de Investigación.

Iniciamos un nuevo año que nos invita a continuar reflexionando y escribiendo sobre temas de gran relevancia para nuestra vida diaria: economía, finanzas y las proyecciones de un año que seguirá acompañado por el Covid 19, las tensiones geopolíticas y la oportunidad de trabajar por la sostenibilidad. 

Como es usual en nuestra especie, las víctimas mortales de las crisis sociales y sanitarias empiezan a ser desplazadas de la agenda pública y política, y se establecen las estrategias de superación y continuidad para la vida social y económica en todo el planeta. Se evidencia una coexistencia con el coronavirus, una tolerancia y aceptación, que se explica en los programas de tratamiento y prevención, donde la vacunación tiene los mayores réditos. Si bien, esta avanza de maneras asimétricas entre los países, la norma general es acceder a los diferentes biológicos, los cuales aseguran la reducción de contagio y mortalidad, de acuerdo con las evidencias científicas. 

El panorama económico enfrentará retos importantes en términos de abastecimiento, producción y comercialización de bienes y servicios. La demanda ha superado a la oferta, la cual se ha visto limitada por los cierres de fronteras, de fabricas y de maquilas de insumos, principalmente en China, capital manufacturera del mundo. Los hogares dejaron de consumir restaurantes, entretenimiento, pero aumentaron la compra de alimentos y bienes para acomodar la vida privada a la incorporación de todos los escenarios de la vida social: trabajo, familia, crecimiento y afrontamiento de la crisis. 

Se estima que las cadenas de suministros se irán normalizando para el primer semestre, en la medida que hay una reapertura de fabricas y procesos de producción viene tomando fuerza en el cierre del 2021. Vale la pena resaltar, que hay productos que no tendrán una recuperación acelerada por sus características y tiempos de producción: los semiconductores y chips de computadora. 

Esta situación plantea una reflexión sobre la geopolítica económica que se venía gestando desde antes de la pandemia entre Estados Unidos y China. La perspectiva proteccionista de la economía norteamericana indicaba la necesidad de no depender 100% de proveedores chinos de insumos, y fortalecer como respuesta cadenas de suministros locales, lo que ha llevado a la aparición de políticas de protección industrial a las empresas. Sin embargo, esto puede conllevar al incremento del precio final de los productos al consumidor, reduciendo la demanda y, por ende, bajando los niveles de comercialización. 

Es decir, en parte se recogerán lo resultado de la guerra económica de los últimos años, entre las grandes potencias, materializado en nuevas dinámicas de abastecimiento, precio y consumo por parte del mercado. Las proyecciones apuntan a que la economía norteamericana crecerá alrededor de un 4, 2 % de acuerdo con las recientes políticas monetarias y de gasto fiscal aprobadas por el congreso; mientras que su rival asiático China logrará un crecimiento del 5.6 % según el FMI, un crecimiento menor al de 2021 por la retirada de la inversión pública a la recuperación, más pronto de lo esperado.  

Por su parte, Latinoamérica logrará un PIB promedio que crecerá un 3 % por las diversas dificultades en el avance de los planes de vacunación contra el Covid 19. Se espera que los sectores que mas impulsaran la generación de ingresos serán: industria manufacturera, construcción, minería, comercio, el sector financiero y las instituciones públicas, las cuales tendrán un papel protagónico en la continuidad de las políticas de mitigación de los efectos del virus, principalmente en términos de ingreso y empleo[1]. 

República Dominicana espera estar por encima del promedio regional, proyectando un crecimiento del 5,5 %. De acuerdo con la CEPAL: “para tener un crecimiento dinámico, inclusivo y transformador, los países de la región requieren grandes esfuerzos de inversión y cambios estructurales. La crisis agravó los problemas estructurales de la región, con bajas productividad e inversión; alta informalidad, desocupación, desigualdad y pobreza. Existen grandes asimetrías entre los países desarrollados y las naciones de ingresos medio, entre los que se encuentran la mayoría de los países de América latina y el caribe, tanto en la dinámica de la vacunación como en la capacidad de implementar políticas para la recuperación económica”[2]. 

Bajo este panorama, no habrá un cambio significativo en las condiciones de vida de las personas para 2022. Esto solo será posible en la medida que se vayan completando esquemas de vacunación, y que las nuevas variantes no generen nuevos cierres o incertidumbre sostenida en los mercados financieros. Así mismo, las demoras en la normalización de las cadenas de suministros invitarán a nuevas tensiones, así como salidas creativas por parte de las industrias, dónde esta por verse el papel final que jugará el consumidor. 

Nos espera un año lleno de posibilidades en la continuación de la reapertura económica, donde las políticas estatales, resultarán fundamentales para tener reglas de juego claras, en función de un crecimiento si bien modesto, ojalá suficientemente robusto para recuperar parte del tejido social y económico perdido durante estos últimos dos años.

[1] Ver. Perspectivas de la economía dominicana para el año 2022 – AlMomento.Net 

[2] Ver. Perspectivas económicas y de sectores productivos para 2022 (bancolombia.com)