Recientemente, Barna Management School vivió un momento significativo en su historia académica y en el compromiso con el futuro tecnológico de las pequeñas y medianas empresas (PYME) de la República Dominicana: la presentación del primer caso documentado sobre la adopción responsable de inteligencia artificial (IA) en una PYME local. Es un paso simbólico pero potente: dejar constancia escrita de una historia concreta, real y tropicalizada, que permite visibilizar los avances y también los desafíos que implica llevar la inteligencia artificial al corazón del aparato productivo nacional.

Puedo afirmar que lo más revelador no fue solo descubrir cómo una PYME logra incorporar soluciones de IA para mejorar su eficiencia, sino ver cómo lo hace desde una lógica ética, estratégica y adaptada a su escala. Lejos del ruido mediático que usualmente acompaña a la IA, lo que emerge aquí es una narrativa de decisiones conscientes, de aprendizaje progresivo y de mucha creatividad empresarial.

El evento de presentación incluyó un panel de discusión que aportó capas de análisis muy valiosas. Con la participación de Edwin Rodríguez, Mite Nichio y José D´Andrade, el espacio permitió no solo contextualizar el caso, sino también ampliar la conversación a tres dimensiones clave: el estado actual de la adopción de IA en el país, los desafíos específicos que enfrentan las PYME, y el marco ético y regulatorio que debe acompañar este proceso.

Uno de los puntos más discutidos fue el desfase entre el entusiasmo por la IA y la capacidad real de las PYME para adoptarla. Muchas veces se subestima lo que implica integrar esta tecnología: desde la gestión del cambio organizacional hasta la disponibilidad de datos y la comprensión de los sesgos que pueden emerger. El reto no es solo técnico, sino también cultural y formativo. Y como se expresó claramente en el panel, no podemos hablar de “adopción responsable” sin hablar también de gobernanza de datos, inclusión, y alfabetización digital.

Otro punto relevante fue el marco regulatorio. Aunque aún incipiente, es indispensable avanzar hacia políticas públicas que no solo fomenten la adopción de IA, sino que establezcan parámetros claros para su uso ético y responsable. En este sentido, el futuro de la IA en las PYME dominicanas no puede depender únicamente del entusiasmo emprendedor o del acceso a tecnología importada. Necesitamos un ecosistema que apoye, oriente y proteja a quienes deciden innovar.

En un país donde las pymes representan más del 90% del tejido empresarial, lo que está en juego no es solo su transformación tecnológica, sino también su sostenibilidad y competitividad a largo plazo. Este primer caso documentado no pretende ser una excepción, sino una invitación a que muchos más se animen a dar el salto. Y ojalá que lo hagan no solo por eficiencia, sino por convicción: con inteligencia, sí, pero también con responsabilidad.